Noviembre

Valorar mis despertares,
el frío que me quema la garganta.

Ponerme el gorro rojo,
cruzar sin pisar las rayas.

Olvidarme por un segundo de mi
y escribir como si no hubiese mañana.

Mantener a raya a mis siete.
Que se haga el silencio en mi mente.

Seguir en el diecinueve,
no cambiar las esencias.

Y quien revuelva el vaso de arena
que siga cuando pase el huracán
y sólo queden mis tormentas.

Tres veces ciega es más que suficiente

Se ha enfriado el té en mi taza de rayas,
y medio vacía ya, comienza a desordenar mi vida.

Es espacio entre dos líneas paralelas que han dejado de cruzarse, los polos opuestos que no dejan de arrastrarse...

Las libretas en blanco y los libros escritos... Los besos no dados y las ganas de tocarse.

El romper de las cadenas en lugar de suelos que no dejan de ensuciarse.

La tranquilidad de los saludos.

El humo de tres cigarros que no consiguen apagarse. 

Mis ojos, inquietos, que hoy no consiguen cerrarse...